l partido entre el Barcelona y el PSG, correspondiente a la ida de los octavos de final de la Champions League, no es un partido normal. Por la entidad del rival, por la animadversión que hay entre los dos clubs, alimentada en las últimas semanas por el interés de conjunto galo en Messi, por la importancia del torneo y por el histórico partido que disputaron la última vez que se cruzaron: el legendario 6-1 de marzo de 2017.
Todos estos elementos han dotado al choque de un ambiente especial y la afición se ha movilizado. Pese a la pandemia, cientos de seguidores culés se han acercado al Camp Nou para animar a los suyos.
Más de dos horas antes del encuentro, ya había gente concentrada en los aledaños del estadio culé. De hecho, Ronald Koeman tuvo dificultad para acceder al campo como consecuencia del gran número de personas que había en la entrada. Los seguidores, sin tener en cuenta las recomendaciones sanitarias, se han reunido en los alrededores del Camp Nou.
El PSG también ha notado que el partido es especial para la afición azulgrana. A la llegada del equipo ayer, el presidente del conjunto galo, Nasser Al-Khelaïfi, fue increpado. Algunos le recibieron al grito de «ladrón», por querer llevarse a Messi. Por la noche, y para evitar su descanso, algunos seguidores culés también acercaron al hotel a molestar a la expedición de Pochettino.
Hay que recordar que el encuentro de esta noche es a puerta cerrada y que los seguidores no pueden acceder al Camp Nou.
