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El Senado absuelve a Trump en su segundo ‘impeachment’

El Senado absolvió este sábado a Donald Trump del cargo de incitación a la insurrección por el asalto al Capitolio que una turba de sus seguidores llevó a cabo el 6 de enero con el fin de boicotear la confirmación de la victoria electoral de Joe Biden. 57 de los 100 miembros de la Cámara alta (los 50 demócratas y siete republicanos ) votaron el veredicto de culpabilidad, pero no alcanzaron los 67 (dos tercios) necesarios para la condena. 43 republicanos votaron en contra. Nunca un juicio por impeachment había suscitado tanto respaldo entre los miembros del partido del acusado. Este procedimiento, el primero que Estados Unidos lleva a cabo con el mandatario ya fuera de la Casa Blanca,quedará escrito en la historia como un mensaje de repudio y una declaración de principios de país.

El juicio porel segundo impeachment a Donald Trump llegó este sábado a su recta final con giros imprevistos de guión. La declaración pública de una congresista republicana la noche del viernes, perjudicial para el expresidente, cambió el paso de la acusación demócrata, que pidió llamarla a declarar, lo que iba a retrasar el desenlace. Finalmente aceptaron incluir su comunicado como prueba y evitar la citación. Las partes pasaron entonces a presentar sus argumentaciones finales en el Senado y el voto sobre el veredicto se esperaba a lo largo del día. Trump está acusado de incitación a la insurrección por el asalto al Capitolio que una turba de sus seguidores llevó a cabo el 6 de enero con el fin de boicotear la confirmación de la victoria electoral de Joe Biden. El republicano conservaba apoyos suficientes para quedar absuelto, pero el proceso ha evidenciado la erosión de su figura para su partido y para la historia.

“Trump debe ser condenado por la seguridad de nuestro pueblo y de nuestra democracia”, enfatizó el demócrata Jamie Raskin, líder de los llamados gestores del impeachment, el grupo de congresistas de la Cámara de Representantes para ejercer de fiscales en el juicio que se desarrolla en el Senado. Los republicanos argumentan que el impeachment no tiene sentido, más allá de la responsabilidad de Trump en el asalto, pues es un mecanismo concebido para presidentes y este ya no se encuentra en la Casa Blanca. La acusación recalca, sin embargo, que es necesario habilitarlo para evitar que acceda a cualquier cargo en el futuro, y alerta de que dejar su comportamiento impune sienta un precedente peligroso para cualquier Gobierno.

El juicio, que comenzó el pasado martes, ha abordado de forma minuciosa al ataque violento del 6 de enero y las encendidas palabras con las que Trump les animó ese mismo día, pero el cuarto impeachment en la historia de Estados Unidos juzga a su presidente por algo más que su papel en esas horas, lo juzga por haber torpedeado la transición pacífica del poder y haber tratado de vulnerar la voluntad que los estadounidenses expresaron en las urnas en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. Durante meses, el republicano agitó el bulo del fraude, desestimado por la justicia, presionó a los legisladores para que no reconocieran a Biden y animó la movilización civil. El día que el Congreso debía certificar la victoria del demócrata, tras un discurso en el que les animó a “luchar como el demonio”, estalló la violencia. Murieron cinco personas. “Trump nos traicionó deliberadamente”, recalcó el congresista David Cicilline, otro de los fiscales.

Los demócratas han puesto el acento en su comportamiento mientras se producía el asedio para tratar de demostrar que Trump era consciente de lo que sus arengas habían provocado y las bendecía. Es decir, que no es válido el principal argumento de la defensa, que consiste en que las palabras del republicano no suponían un llamamiento literal a la violencia o la comisión de delitos, sino que forma parte de una “retórico política habitual” protegida por la primera enmienda de la Constitución, que consagra la libertad de expresión. Este es el ángulo del juicio que se puso al rojo vivo el viernes por la noche y que provocó el viaje de ida y vuelta sobre la citación de los testigos.

El viernes, Jaime Herrera Beutler, que es una de las republicanas que votaron a favor de proceder al impeachment en la Cámara de Representantes (fase previa del procedimiento), confirmó a los medios por escrito que el líder republicano de esa Cámara, Kevin McCarthy, le había contado una conversación entre éste y Trump en medio del asalto, aquel 6 de enero, en la que el mandatario se había puesto del lado de los vándalos. Según la congresista, McCarthy le dijo que había llamado a Trump para pedirle que animara a sus seguidores a detener la insurrección y que este le replicó: “Bueno, parece que están más molestos con la elección que tú”. El hoy expresidente estaba por aquel entonces furioso con los compañeros de partido que no le apoyaban en sus bulos sobre un fraude electoral y pretendían seguir adelante con la certificación de Biden.

En qué momento supo Trump del ataque al Congreso y cómo reaccionó a ello son los elementos que también centraron la sesión del juicio el viernes por la tarde, ya que, para la acusación, constituyen pruebas contundentes de la posible connivencia del entonces presidente de Estados Unidos con los atacantes del Congreso.

Con el asunto sobre la mesa, Raskin reclamó este sábado la oportunidad de citar a declarar a Herrera Beutler. El Senado lo aprobó con una mayoría de 55 a 45, ya que cinco senadores republicanos se unieron a los 50 demócratas en este empeño. Se trata de los cuatro críticos con Trump y que se espera que voten para condenarlo (Susan Collins, Mitt Romney, Lisa Murkowski y Ben Sasse) y uno de los aliados del expresidente, Linsey Graham. Horas después, sin embargo, llegaron a un acuerdo para evitarlo.

Sin número para una condena

El veredicto de culpabilidad se antojaba difícil. Este requiere el apoyo de 67 de los 100 senadores, que ejercen de jurado, lo que significa que 17 republicanos deberían unirse a los demócratas para condenar al expresidente. Dos votaciones preliminares, sobre aspectos previos, indican que las cuentas no salen. El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, comunicó a sus colegas de partido este sábado por la mañana que votaría la exoneración en lo que definió como “muy ajustada”. McConnell había responsabilizado a Trump por el asalto, pero en el voto final se escuda en que el magnate ya no es presidente y, si ha cometido un delito, se le puede procesar en la justicia ordinaria. “La Constitución deja perfectamente claro que la conducta criminal de un presidente puede ser perseguida una vez abandone el cargo”, señaló en su carta.



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