Hatchai Niyomdecha se paseaba junto con su hermano Worachat por las costas del Golfo de Tailandia, en la provincia de Nakhon Si Thammarat, el pasado 27 de enero, cuando dio con una boya abandonada y llena de mariscos.
Decidieron entonces llevarse a casa tres conchas de caracoles pegadas a la baliza, que les llamaron la atención. Llegados al hogar, su padre, Bangmad Niyomdecha, procedió a limpiarlas y halló una valiosa perla de color mandarina, reporta The New York Post, que cita fuentes de Viral Press.
La joya, con un peso de 7,68 gramos, fue producida por un caracol marino de la especie Melo melo. Tales perlas van del naranja al marrón, siendo esa primera tonalidad la más buscada y valorada.
Un hallazgo que cambia el destino
Hatchai, quien tuvo la suerte de encontrar la almeja, asegura que su hallazgo fue obra del destino, ya que un hombre desconocido lo llevó en sueños a buscar ese tesoro.
«Un anciano vestido de blanco y con un largo bigote me dijo que fuera a la playa para recibir un regalo. Creo que me llevó a encontrar la perla», dijo al rememorar un sueño que tuvo unos días antes del descubrimiento.
Entretanto, la familia de Hatchai, que es parte de una comunidad pesquera empobrecida, se ha negado a aceptar dos ofertas de compra, al considerar que el precio propuesto es reducido. De momento esperan por un comprador chino que ofrece pagar cerca de 332.000 dólares después que pueda ver y tasar la joya con sus propios ojos, según han programado para este mes.
De vender su hallazgo, Hatchai espera poder cambiar su destino y mejorar la vida de sus familiares.