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Muere el ex presidente francés Valéry Giscard d’Estaing

El vigésimo presidente de la República Francesa, Valéry Giscard d’Estaing ha fallecido a los 94 años, «rodeado de su familia» en su propiedad en Authon en Loir-et-Cher, según ha avanzado Europa 1 y confirmado AFP.

El ex jefe de Estado de 1974 a 1981, de 94 años, hospitalizado en la unidad de cardiología del CHU Trousseau de Tours, ya había sido hospitalizado el 14 de septiembre en el hospital Georges Pompidou, en París, por «una leve infección en los pulmones».

Fue conocido por dirigir una modernización de la sociedad francesa durante su presidencia, que incluía permitir el divorcio por consentimiento mutuo y legalizar el aborto, y fue uno de los arquitectos de la integración europea.

Giscard d’Estaing, el presidente más joven de la Quinta República cuando fue elegido en 1974, había hecho una de sus últimas apariciones públicas el 30 de septiembre de 2019 durante el funeral en París de otro presidente de la República, Jacques Chirac., quien fue su primer ministro.

Nacido el 2 de febrero de 1926 en Coblenza, la localidad alemana bajo administración francesa en la que su padre era alto funcionario, a los 18 años se enroló en la resistencia contra el ocupante nazi, lo que le valió importantes distinciones militares.

Posteriormente estudió en la Universidad Politécnica y en la prestigiosa Escuela Nacional de la Administración (ENA), creada por Charles de Gaulle para formar a las élites del país tras la Segunda Guerra Mundial.

Diputado por su región desde 1956, pronto entró en los engranajes gubernamentales, hasta que ascendió en 1959 a la secretaría de Estado de Finanzas, desde la que dio el salto tres años más tarde al Ministerio.

Tras el general Charles de Gaulle, el héroe de la liberación, y su delfín, Georges Pompidou, Francia se echó en brazos de una figura más dinámica, un liberal convencido que había dirigido con éxito la economía en los últimos años y que llegaba con formas rompedoras a las esferas de un modelo de poder agotado por las secuelas de la revuelta estudiantil de mayo del 68.

En una Francia que pedía aíre fresco, su innovadora campaña, que le llevó a ser designado como el Kennedy francés, le llevó a dar la vuelta a los sondeos y desbancar en la primera vuelta al ‘gaullista’ Jacques Chaban-Delmas y en la segunda al socialista François Mitterrand.

Tomó posesión sin el habitual chaqué y ascendió a pie los Campos Elíseos en lugar de la berlina descapotable, antesala de un mandato que buscó desembarazar del ritual casi monárquico imperante.

Con Jacques Chirac como primer ministro, exponente de la mayoría «gaullista» de las cámaras, el nuevo presidente impulsó reformas de calado como la mayoría de edad a los 18 años, la despenalización del aborto, el divorcio consentido o el final de la tutela gubernamental en la televisión pública.

En la esfera internacional, trató de mantener la singularidad francesa en el contexto de la ‘guerra fría’, aliado de Estados Unidos pero abierto a conversar con la URSS.

Anfitrión de la primera reunión de líderes occidentales que se convertiría posteriormente en el G7, fue uno de los pocos mandatarios que se reunió esos años con el soviético Leónidas Breznev, a quien Washington buscaba aislar.

Tampoco se unió al boicot de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980 y tardó en condenar la invasión soviética de Afganistán.

Impulsor del Consejo Europeo, de la elección del Parlamento Europeo a sufragio universal, del embrión del euro y de la Agencia Espacial Europea, puso junto al canciller alemán Helmut Schmidt las bases del eje franco-alemán, clave en la construcción de la actual Unión Europea.

Para modernizar el país, apostó por la alta velocidad ferroviaria y por la energía nuclear, pero la crisis internacional y los dos choques petroleros, frenaron el desarrollo y acabaron con la reputación que se había labrado como exitoso ministro de Finanzas de De Gaulle (1962-1966) y Pompidou (1969-1974).

Acabaron los años de expansión de la postguerra y Giscard se vio obligado a adoptar políticas de austeridad, que se sumaron a diversos escándalos, entre los que destaca el de los llamados «diamantes de Bokassa», que supuestamente le regaló el dictador centroafricano.

Todo ello, junto a la división de la derecha propiciada por Chirac -a quien nunca perdonó- contribuyó a su derrota en las presidenciales de 1981 frente a Mitterrand, que vivió de forma dolorosa.

Fuera del Elíseo, Giscard fue el único ex presidente que volvió a presentarse al sufragio universal, de nuevo en su querida Auvernia, región que llegó a presidir (1986-2004), pero también en el Parlamento Europeo, al que fue elegido en 1989.

Utilizó esos cargos como trampolín para una nueva conquista del Elíseo, con la que amagó en varias ocasiones, sin que nunca obtuviera el respaldo necesario.

En 2002 vivió un nuevo momento de gloria cuando fue elegido presidente de la convención que debía redactar la Constitución Europea. Un trabajo alabado por los más europeístas, pero que se estrelló en el voto negativo en su país en el referéndum de 2005.



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