El Barça se presentó en Kiev con un once de lo más inusual, por no decir extravagante. De negro y con los dorsales dorados. Un poco hortera. Koeman probó a Mingueza para sustituir a Piqué.
Ambicioso, valiente en sus primeras intervenciones. Una coleta que si se la cortara iríamos mejor, pero un temperamento adecuado para un central, sin dejarse pisar, y protegiendo bien su territorio desde la primera jugada: dejó claro de entrada a los delanteros contrarios que no iba a ser el pardillo de la jornada.
Césped cutre, marronoso, el balón botaba como en un campo de barrio. El Barça confiaba mucho en lo que pudiera hacer Dest por su banda, pero sin demasiado resultado.
Partido intenso, rápido, pero sin ninguna profundidad, de pobre calidad, bastante aburrido. Sólo Mingueza deslumbraba, consciente de la oportunidad que tenía y decidido a aprovecharla. Pero delante nadie remataba, en el minuto 20 aún el Barça no había chutado.cortesíaabc.es