La rompió España, una España tremenda, apoteósica. La Roja juvenil y gris de los últimos meses rompió el cascarón en un día sonado para el fútbol español: el baño a Alemania fue todo un do de pecho. No fue en una Eurocopa, ni en un Mundial. Pero la Alemania quebrada por Torres en 2008 y por Puyol hace poco más de una década se llevó una zurra para la eternidad en La Cartuja. Como evidencia, el equipo germano no encajaba seis goles desde 1958 (6-3 contra Francia).
Alemania, también en transición, no tiene el mejor conjunto que se le haya visto. Pero tampoco es un equipo del camión escoba. A cascotes la redujo la selección local, hasta propiciarle la paliza más grande que se haya llevado jamás en un partido oficial.
Llegado el día, la España que acuna Luis Enrique se quitó el mal de altura y celebró una fiesta mayor. La selección de Löw quedó reducida a cenizas. La Roja la convirtió en un equipo elemental, indigente, por más que se apellide Alemania y alistara a cinco futbolistas del supersónico Bayern. El gatillazo alemán fue de época.CORTESÍAELPAÍS