Grande era la expectativa de la gestión del «Gordito Trabajador» como alcalde la capital, aunque su administración apenas duró poco mas de nueve meses,durante ese tiempo le cambió la cara a la capital.
Desde que se le impuso la banda con nuevo edil del Distrito Central, Cesar Armando Cestellanos Madrid se dedicó a trabajar,con su acostumbrada y carismática sonrisa sabia como sacar lo mejor de sus seguidores y sub-alternos, que conocían de su gran empeño y deseo de hacer las cosas bien para beneficio colectivo.
Castellanos Madrid,médico cirujano de profesión,miembro del partido nacional, según los conocedores era el virtual próximo presidente de Honduras y con sus acciones no hacia mas que ratificarlo y allanar el camino a la máxima magistratura.
Con la limpieza de bulevares y calles ademas del tapado de miles de baches inició los trabajos de transformación de la ciudad, procedió al cierre de bares y cantinas de la denominada «zona roja» en el barrio Belén de Comayagüela, también logró eliminar de las zonas hoteleras de la ciudad la presencia de proxenetas, prostitutas y travestis.
«Si yo pudiera votar, votaría por el Gordito», decía el pegajoso «gingle» que con facilidad se gravaba en la mente de propios y extraños.
Pero todo eso se esfumó un lluvioso domingo, 1 de noviembre de 1998, fecha en la cual irónicamente celebraba sus 51 años.
Después de varios días sobre el territorio nacional, el errático huracán Mitch categoria 5,nivel más alto posible en la escala de Saffir-Simpson,descargó cantidades históricas de precipitaciones en Honduras causando inundaciones y muertes en Tegucigalpa y Comayagüela, hasta crear un dique en el cauce del rió Choluteca que divide ambas ciudades, y que se convertía en un inminente peligro para la población.
Junto a un ingeniero, miembro del equipo de trabajo en la comuna capitalina, un camarógrafo, y el piloto, abordan un helicóptero tipo burbuja, el alcalde iba a sobrevolar el área,..apenas unos kilómetros mas adelante la aeronave pierde altura, «pega» con cables del tendido eléctrico que provoca la caída estrepitosa contra el pavimento del bulevar de las Fuerzas Armadas.
El hombre, que miles de capítalinos habían colmado las urnas de votos para verlo como alcalde la ciudad, había fallecido y con su muerte el nacimiento de una leyenda.
El «Gordito» tuvo un funeral multitudinario, el ataúd fue llevado en hombros por casi 8 kilómetros hasta su última morada.
