Desde el inicio de la pandemia de coronavirus, los expertos en salud advirtieron que los riesgos para las personas con obesidad son mayores de lo que se pensaba, y aquí te enlistamos las 10 desventajas de la enfermedad frente al SARS-CoV-2.
1. La vacuna podría ser menos eficaz: la evidencia científica indica que las vacunas no funcionan de la misma manera en personas con obesidad que en aquellas con un peso normal.
Por lo tanto, la efectividad de la futura vacuna contra el virus podría ser menor en personas con obesidad, dejándolos más vulnerables a las infecciones y enfermedades.
Según los expertos, esto se debe a que las personas obesas tienen su sistema inmune comprometido por su inflamación crónica, lo que podría contribuir a que los afectados no respondan tan bien a estas vacunas.
«Mientras estamos desarrollando una vacuna contra el COVID-19, reconocemos que podría no funcionar en todas las poblaciones, incluyendo a aquellas que sufren obesidad. Por lo tanto, esa es una preocupación», admitió a ABCNews el Dr. Matthew B. Laurens, investigador principal de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland.
2. Los pacientes con obesidad tienen más probabilidades de morir que los delgados: un análisis reciente de Reino Unido confirmó que la obesidad se asocia con un riesgo elevado de morir por COVID-19.
Y es que, de acuerdo con el estudio publicado en MedRxiv, las posibilidades de morir por COVID-19 aumentan con la gravedad de la obesidad, desde un riesgo de 27 % mayor en la primera categoría de obesidad según el índice de masa corporal (IMC:30.34.9) a más del doble del riesgo en la categoría más obesa (IMC>40).
3. Mayores probabilidades de desarrollar COVID-19 grave: recientemente, se han publicado varias investigaciones que muestran que esta condición es un factor de riesgo para la hospitalización, el ingreso en la unidad de cuidados intensivos y el desarrollo de consecuencias graves que pueden llevar a la muerte.
En el mismo sentido, un estudio de 4,103 pacientes con COVID-19 en Nueva York asoció significativamente la obesidad con la necesidad de hospitalización y el estado crítico de los pacientes independientemente de otras enfermedades.
En esta investigación la prevalencia de obesidad en los pacientes hospitalizados fue de un 40 % mientras que el grupo de los no hospitalizados fue del 15 %.
4. El COVID-19 puede aumentar la inflamación crónica: el COVID-19 puede exacerbar aún más la inflamación crónica, originada por el exceso de tejido adiposo en personas con obesidad, exponiéndolos a niveles más altos de moléculas inflamatorias circulantes en comparación de aquellos pacientes delgados.
Esta inflamación, de acuerdo con el Metabolism Journal, puede producir una disfunción metabólica que puede conducir a una resistencia a la insulina, diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedad cardiovascular, que también han sido asociados como factores de riesgo del SARS-CoV-2.
5. La obesidad está relacionada con la deficiencia de Vitamina D, vinculada con complicaciones del COVID-19: otro rasgo común en la obesidad es la carencia de vitamina D, que disminuye el riesgo de infecciones sistémicas y perjudica la respuesta inmune.
Aunado a ello, puede prevenir infecciones respiratorias, lo que reduce el riesgo de una tormenta de citocinas que provoque neumonía. Es por ello que algunas investigaciones sugieren que la deficiencia de vitamina D podría potencialmente significar una mayor susceptibilidad a complicaciones y mortalidad debido al COVID-19.
6. La disbiosis intestinal está involucrada con mayor riesgo de desarrollar COVID-19: la obesidad por sí sola está asociada a una composición debilitada del microbioma intestinal, que a su vez es fundamental para la regulación del sistema inmune de la persona y para la protección contra la infección.
Asimismo, el microbioma intestinal también tiene un papel importante en disminuir el daño resultante de la infección. De hecho, algunos tratamientos para el SARS-Cov-2 incluyen el uso de probióticos para mantener el equilibrio de la microecología intestinal y, por lo tanto, fortalece indirectamente el sistema inmune, de acuerdo con una investigación publicada en el MMR Journal.
7. Mayores complicaciones a la hora de ser hospitalizados: según los expertos, los pacientes con IMC más elevados podrían presentar complicaciones a la hora de la intubación, obtención de imágenes de diagnóstico, posicionamiento o transporte.
Además, los pacientes con obesidad pueden tener dificultades también en la posición boca-abajo (prone position) utilizada frecuentemente como tratamiento clínico para el síndrome respiratorio agudo debido al coronavirus.
8. El exceso de grasa corporal podría impactar en el sistema inmunológico y función pulmonar: varias investigaciones han demostrado que, en las personas que acumulan la grasa alrededor del vientre, la obesidad puede activar la inflamación y debilitar la respuesta antiinflamatoria del cuerpo, haciendo a los afectados más susceptibles a la enfermedad.
Asimismo, el peso adicional alrededor del pecho también puede dificultar la respiración, lo que puede resultar peligroso, ya que el coronavirus afecta principalmente al sistema respiratorio.
9. La hipoventilación en los obesos aumenta la mortalidad por COVID-19: esta afección que se presenta en algunas personas obesas, en la cual la respiración deficiente lleva a bajos niveles de oxígeno y niveles más altos de dióxido de carbono en la sangre, podría incrementar la mortalidad por COVID-19 al representar una mayor dificultad para respirar correctamente.
10. Mayor obesidad, más posibilidades de complicaciones y de ingreso a la UCI: un análisis francés publicado por Obesity destaca que la gravedad de la enfermedad aumenta a medida que se incrementa el IMC. Esta investigación también concluyó que la necesidad de ventilación mecánica estaba muy relacionada con pacientes con obesidad severa, independientemente de que presentaran otros factores de riesgo o no.