El profesor de Química de la Universidad de Colorado Boulder, José Luis Jiménez, es parte de un grupo de 239 científicos que cree que la Organización Mundial de la Salud (OMS) está tardando en reaccionar.
El grupo escribió una carta abierta en la revista Clinical Infectious Diseases el pasado 6 de julio en el que pedía al organismo que reconociera la transmisión del coronavirus a través de aerosoles, es decir, partículas infecciosas en el aire.
La OMS afirma que el virus «se transmite principalmente a través de contacto directo, indirecto (por objetos o superficies contaminadas) o cercano con personas infectadas a través de las secreciones de boca y nariz».
«Las personas que están a un metro o menos de distancia de la persona infectada pueden contagiarse de covid-19 cuando esas gotas infecciosas entran en su boca, nariz u ojos», afirma el ente mundial de la salud.
Estas gotículas viajan por el aire, pero caen al suelo a entre uno y dos metros de distancia, mientras que los aerosoles, explica Jiménez, pueden permanecer suspendidos en el aire y seguir siendo infecciosos durante más tiempo.
Y para este experto en aerosoles la diferencia es importante, porque estos se parecen al humo del tabaco: en una habitación mal ventilada, este «humo» se va acumulando, y las personas que pasen mucho tiempo en ella acabarán inhalándolo en grandes cantidades, aumentando el riesgo de contagio.
La OMS, sin embargo, solo da por probada la transmisión por aerosoles durante determinados procedimientos médicos. Aunque hace poco actualizó su postura sobre el tema, fijada en un documento de recomendaciones científicas.
«No se puede descartar la transmisión por aerosoles de corto alcance, en particular en determinados espacios cerrados, como aquellos abarrotados y mal ventilados en un periodo largo de tiempo con personas infectadas», se lee en el mismo.
Pero también mantiene que se necesitan «más estudios para investigar estos casos y evaluar su importancia», si bien recomienda «evitar las reuniones abarrotadas en interiores tanto como sea posible, en particular cuando el distanciamiento físico no es factible, y garantizar una buena ventilación ambiental en cualquier entorno cerrado».
Los aerosoles son como el humo del tabaco. Salen y se quedan flotando y te pueden infectar si los respiras.
Al respirarlos, igual que la contaminación, se pueden depositar en tus pulmones.
Usted explica que la OMS hasta hace poco solo reconocía principalmente dos principales modos de transmisión del virus, ¿verdad?
Sí. Por gotículas y a través de fómites. Esto último es cuando tocamos superficies o personas contaminadas con el virus y luego nos tocamos los ojos, fosas nasales o boca.
Y esto parece que es así, pero casi todo el mundo está de acuerdo en que es una vía menos importante.
La que dicen que es más importante es esta de las gotitas balísticas que salen de las personas cuando hablan, pero sobre todo cuando estornudan o tosen, y aterrizan en los ojos, nariz o boca de una persona susceptible y así se inicia la infección.
¿Cuál es la diferencia entonces, en términos de transmisión, que suponen las gotículas «balísticas» con respecto a los aerosoles?
Pues la diferencia es que estas gotitas balísticas salen de nosotros y, si no aciertan a nadie, caen al suelo dentro de uno a dos metros.
Entonces, lo que piensa mucha gente es que si tú, aunque estés dentro de un local, de un bar, si estás a más de dos metros de las personas y te lavas las manos, y tienes mucho cuidado, es prácticamente imposible contagiarte.
Esto con los aerosoles cambia, porque son como el humo: si tú estás en un local con alguien infectado, y el local tiene poca ventilación, se va acumulando el «humo» y te puedes infectar aunque estés a mucho más de dos metros.