En el océano Pacífico, cerca de la costa este de Australia, la naturaleza ofrece un fenómeno impactante. Se trata de una enorme isla, que flota a la deriva, que está formada por piedra pómez y que llegó a tener un tamaño de unos 150 kilómetros cuadrados, la superficie aproximada a dos islas de Manhattan.
Si bien esta gran masa a la deriva fue descubierta en agosto del año pasado, ahora, los geólogos pudieron detectar su origen exacto, que tiene que ver con la erupción de un volcán submarino, próximo al reino polinésico de Tonga, en el Pacífico Sur.
Michael Hoult y Larissa Brill fueron los dos marineros australianos que, navegando hacia Fiyi descubrieron esta fenomenal formación rocosa en agosto del año pasado. Desde entonces, la gran masa se fue moviendo desde su origen en las proximidades de Tonga hasta donde se encuentra ahora, en la costa este de Australia, desde la ciudad de Tonswille, en el estado de Queensland hasta el norte de Nueva Gales del Sur.
En ese entonces, los científicos explicaron que la piedra pómez es una roca liviana llena de burbujas de aire que puede flotar en el agua. Se produce cuando el magma volcánico se enfría rápidamente. La producción de grandes «balsas» de roca volcánica sucede con mayor probabilidad cuando el volcán se encuentra en aguas poco profundas, señalaron.
En aquel momento, había más de un trillón de pedazos de piedra pómez flotando juntos, pero con el tiempo, se fueron separando y dispersando. Por ello, el tamaño de esta isla, un año después de su creación, no es el mismo del que tenía en sus orígenes.
Romina Manguel, sobre su nuevo amor: «Me preguntó si quería ser su novia y le dije que sí»El volcán que originó la isla de piedra pómez
Ahora, un equipo de investigadores internacionales, a través del uso de robots submarinos, pudieron conocer exactamente el origen de la erupción que produjo la isla. Se trata de un volcán que se encuentra en las profundidades del mar a 50 kilómetros al noroeste de la isla de Vava’u, en Tonga. Si bien no tiene un nombre, en la literatura científica internacional aparece bajo el número 0403-091, o simplemente Volcán F.
La erupción habría sido entre los días 6 y 8 de agosto del año 2019.
El producto expulsado por el volcán submarino hacia la superficie oceánica genera una especie de balsa de piedra pómez, que es porosa y por ello atrae a organismos marinos, como algas, percebes, corales, entre otros, lo que tiene una gran importancia en beneficio del ecosistema marino.
Es una fascinante dinámica restauradora natural que va navegando por el océano. Su composición porosa puede ayudar, se cree, a sembrar y reponer sistemas de coral que están en peligro de extinción, como la Gran Barrera de Coral australiana. Los organismos transportados en su estructura podría revitalizar el castigado sistema coralino.
«Cada pieza de piedra pómez tiene su propia pequeña comunidad que ha sido transportada a través de los océanos del mundo, y hemos tenido billones de piezas de esta piedra pómez flotando después de la erupción», dice el geólogo Scott Bryan de la Universidad Tecnológica de Queensland, en Australia, en la página oficial de dicho centro de estudios.
Larissa Brill descubrió la isla junto a su pareja Michael Hoult cuando navegaban hacia Fiyi, en agosto del año pasado
Bryan estudió este tipo de balsas volcánicas por más de dos décadas, y la manera en que estas albergan y transportan biodiversidad marina a través de los océanos del mundo. Ya hizo sus estudios con una erupción similar ocurrida en la misma región en 2001. En esta ocasión, el geólogo recibió para su análisis rocas de piedra pómez de diversos tamaños para su análisis: desde la dimensión de una bolita o canica a la de una pelota de básquet.
«No entendemos por qué algunas piedras pómez se hunden durante la erupción en el lugar y otras pueden flotar durante muchos meses y años en los océanos del mundo», señaló Bryan, pero confía en que un estudio más profundo entregará más datos para entender este tipo de fenómenos.
«Esto nos ayudará a comprender los mecanismos y la dinámica de estas erupciones explosivas y comprender mejor por qué estas erupciones producen balsas de piedra pómez», concluyó.