Muchos comercios están reabriendo sus puertas tras varias semanas de cierre obligado por la crisis sanitaria y están extremando la medidas de seguridad frente al virus para evitar contagios.
El uso de mascarillas y guantes protectores, las restricciones de aforo o respetar la distancia entre los clientes son las medidas mínimas exigidas a día de hoy. Pero hay quien considera que estas no son suficientes y han decidido reforzarlas con controles de temperatura y aplicando soluciones desinfectantes.
Es el caso de una tienda de alimentación de Tailandia, de la cadena Seven Eleven, en la que una dependienta recibe a sus clientes en la entrada del establecimiento, les toma la temperatura y les aplica un desinfectante.
El procedimiento es relativamente sencillo, la trabajadora acerca un termómetro a la frente de las personas que entran al local y acto seguido hace el mismo gesto con un pulverizador a la altura de las manos.
Pero aún así, la empleada cometió un error garrafal que le pudo haber causado mucho daño a una de sus clientas: le roció la cara con desinfectante en lugar de tomarle la temperatura.
En unas imágenes compartidas por un usuario de Facebook se puede apreciar a la mujer accediendo al local y plantándose frente a la dependienta para someterse al proceso de control y desinfección.
Primero, le acerca el termómetro a la frente pero, en el momento de aplicarle el desinfectante, se lo lleva también a la altura de la cara y aprieta el gatillo del vaporizador.
Posteriormente, la clienta retrocede, se lleva rápidamente la mano a los ojos por el escozor que le provoca el líquido y se va junto a la dependienta hacia el interior del local.