La semana pasada, en una cena en Davos, Suiza, me preguntaron si pensaba que Facebook se comportaba de manera más responsable hoy que durante las elecciones presidenciales de 2016.
“En absoluto”, respondí. “Facebook ayudó a Trump a salir electo y me temo que lo volverá a hacer en 2020”. Les expliqué que desde hace muchos años existe una ley —el artículo 230 de la Ley de decencia en las comunicaciones— que protege a las plataformas de redes sociales de toda responsabilidad jurídica por difamación y denuncias similares. Facebook puede publicar de manera deliberada declaraciones engañosas o falsas de candidatos a cargos públicos y de otro tipo, sin asumir responsabilidad alguna por ello.
Luego agregué que parece que hay “una operación informal de asistencia o acuerdo mutuo desarrollándose entre Trump y Facebook” en el cual Facebook (FB) ayudará al presidente Trump a ser reelegido y, a su vez, Trump defenderá a Facebook de los ataques de los reguladores y los medios.
“Simplemente, eso no es así”, dijo un vocero de Facebook a Business Insider.
No estoy de acuerdo. Creo que Trump y el director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, se dan cuenta de que sus intereses están alineados; el presidente quiere ganar las elecciones y Zuckerberg quiere hacer dinero.
Facebook ya ayudó a Trump en 2016
Analicemos la evidencia: en 2016, Facebook proporcionó a la campaña de Trump personal integrado que ayudó a optimizar su programa publicitario (también se acercaron al equipo de campaña de Hillary Clinton, pero este declinó la oferta de incorporar al equipo de Facebook en sus operaciones de campaña). Brad Parscale, director digital de la campaña de 2016 de Trump y ahora gerente de campaña para 2020, declaró que Facebook ayudó a Trump y le dio la ventaja. Esto parece haber marcado el comienzo de una relación especial.
Más recientemente, el contacto directo entre los dos hombres ha levantado serias dudas. Zuckerberg se reunió con Trump en el Despacho Oval el 19 de septiembre de 2019. No sabemos de qué hablaron, pero con base en una entrevista del 22 de enero, al margen del Foro Económico Mundial, sí sabemos lo que Trump dijo sobre la reunión: Zuckerberg “me dijo que soy el número uno del mundo en Facebook”. Al parecer, Trump no tuvo ningún problema con la decisión de Facebook de no verificar lo que se dice en los anuncios políticos. “Prefiero que haga justo lo que planea hacer”, dijo Trump de Zuckerberg. “Si nos ponemos a pensarlo, ha hecho un trabajo estupendo”.
En 2016, la campaña presidencial de Trump orquestó un sólido esfuerzo de comunicaciones centrado en datos y ha seguido perfeccionando ese programa a lo largo de los últimos años, usando Facebook como una parte clave de su estrategia.
Facebook no verificará la publicidad
La decisión de Facebook de no solicitar la verificación de datos para la publicidad de los candidatos políticos en 2020 ha abierto la puerta a las declaraciones falsas, manipuladas, extremas o incendiarias. Dicho contenido se recompensa con una ubicación y promoción privilegiadas si satisface las normas algorítmicas de popularidad e interacción diseñadas por Facebook.
Es más, el diseño de Facebook tiende a ocultar las fuentes de contenido controversial y falso y no castiga de manera adecuada a aquellos que difunden información falsa. La empresa tampoco advierte de manera eficaz a quienes están expuestos a mentiras.
Manifesté mi temor de que, con ayuda de Facebook, Trump gane las elecciones en 2020. La reciente contratación de una figura de derecha para ayudar a gestionar su pestaña de noticias ha reforzado esos temores. En mis comentarios en Davos, también señalé que Facebook se ha usado para causar un daño mayor en otros países que en Estados Unidos. Por ejemplo, en Birmania, personal militar usó Facebook para ayudar a incitar a la gente en contra de los rohinyás, un grupo étnico que fue víctima de un ataque militar de una crueldad increíble, que incluyó asesinatos, violaciones e incendios de pueblos enteros: alrededor de 700.000 rohinyás huyeron a Bangladés. Actualmente, la Corte Internacional de Justicia en La Haya se encuentra deliberando si estas atrocidades califican como genocidio.
Sin embargo, a lo largo del año pasado, Facebook incorporó nuevas características a su aplicación móvil que intensifican el fuego de los ataques políticos — facilitando y acelerando su propagación . El sistema es gratuito para quien hace la publicación y genera ingresos para Facebook. Bueno para Facebook, malo para la democracia.
La metodología responsable es evidente. Facebook es un editor, no solo un moderador neutral o una “plataforma”. Debería rendir cuentas por el contenido que aparece en su sitio.
Hablando en una fiesta en Davos el 22 de enero, la directora de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, repitió el cliché desgastado de Silicon Valley de que Facebook está tratando de hacer del mundo un lugar mejor. Sin embargo, debería juzgarse a Facebook por lo que hace, no por lo que dice.
Repito y reafirmo mi acusación en contra de Facebook bajo el liderazgo de Zuckerberg y Sandberg. Solo tienen un principio rector: maximizar sus ganancias sin importar las consecuencias. En cualquier caso, no se les debería permitir el control de Facebook.