Alicia Alonso (cuyo verdadero nombre era Alicia Ernestina de la Caridad Martínez del Hoyo) ha fallecido este jueves en un hospital de La Habana en el que había ingresado horas antes por una bajada de tensión arterial muy fuerte, según ha sabido este periódico.
Alonso estaba cerca de cumplir en diciembre 99 años.
La bailarina cubana Alicia Alonso puede ser considerada, cronológica y estilísticamente, la última gran diva del ballet, y como expresó un laudatorio poeta “su monumento con respiración”.
Esto, naturalmente, junto a la moscovita Maya Plisetskaia (1925-2015): dos carreras paralelas y algo encontradizas que son, en sí mismas también, y en cierto sentido, la historia viva del ballet del siglo XX y que ambas, tozudamente pisando en cualquier ocasión los escenarios, la extendieron lo que pudieron en el XXI, un camino que fue desde el esplendor a mediados de siglo XX –las tres décadas de los 40, 50 y 60-, a la extraña crisis actual, en que se las mira a veces con distancia y a veces, tristemente, ignorando su grandeza.
Alonso acumuló en su palmarés un record tras otro: la que se calzó las zapatillas de puntas hasta más tarde; la que apareció en alguna escena coreográfica pasado el umbral de los 90 años; la que bailó prácticamente ciega gran parte de su vida. La que recorrió el mundo más veces. cortesíaelpaís