La Administración Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA) aclaró al presidente estadounidense, Donald Trump, que su supuesta sugerencia de bombardear con armas nucleares los huracanes antes de que lleguen al país «no es una buena idea» ya que podría causar «devastadores problemas medioambientales».
«Durante cada temporada de huracanes, siempre aparecen sugerencias de que uno simplemente debería usar armas nucleares para destruir las tormentas», indicó Chris Landsea, director de Ciencia y Operaciones en el Centro Nacional de Huracanes (CNH), que mantiene una página explicando las razones por las cuales esta acción no tendría efecto.
Según Axios, el presidente de EEUU supuestamente ha sugerido en múltiples ocasiones a directivos del Departamento de Seguridad Nacional que analizasen la posibilidad de usar bombas nucleares para frenar los huracanes.
Poco después, el propio mandatario aseguró que «nunca” había hecho semejante propuesta y calificó la información de «ridícula».
Sin embargo, esta no es la primera vez que funcionarios del gobierno estadounidense han sugerido explorar esta opción, aunque los científicos siempre la han descartado por no ser efectiva.
El origen de un mito
La primera propuesta formal de usar armas nucleares para destruir una tormenta la hizo en 1959 el meteorólogo Jack W. Reed en un estudio.
Según su teoría, con la tecnología al alcance de EEUU en aquellos años, era posible utilizar un submarino nuclear que navegara hasta el ojo del huracán y desde allí lanzara uno o varios misiles termonucleares, más potentes que las bombas utilizadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Reed especulaba con la posibilidad de que la detonación de estos artefactos produjera el efecto de interrumpir el ciclo de retroalimentación del ciclón, sustituyendo el aire caliente por aire más frío y de esta manera reducir su fuerza.
Apenas dos años después, durante un discurso en el National Press Club en 1961, Francis Riechelderfer, jefe de la Oficina Meteorológica de EEUU declaró que imaginaba esa posibilidad y dio alas a un mito que todavía hoy resurge cada año, aunque en ningún momento pasara de ser una idea.
El impacto sería desastroso
Científicos y meteorólogos coinciden hoy en que el efecto de la detonación de uno o varios artefactos nucleares sería insuficiente para eliminar o debilitar un huracán.
Para aquellos interesados en los detalles técnicos, la página de la NOAA ofrece la explicación científica, que se puede sintetizar en que sería necesaria una enorme cantidad de energía para hacer frente a la generada por una gran tormenta.
Según la NASA, la energía liberada por un huracán durante su ciclo vital, equivale a 10,000 bombas nucleares.
Pero más allá de su cuestionada efectividad, al tratarse de armas nucleares, el resultado sería desastroso.
¿Qué pasa con la radioactividad?
La detonación de una artefacto nuclear en el centro de un huracán tendría un efecto inmediato, convirtiéndolo en radioactivo.
El huracán actuaría de dos maneras sobre las partículas radioactivas liberadas en la explosión. Aquellas en la parte baja de la atmósfera serían transportadas por los vientos y viajarían con el huracán allá donde este se desplazara. Además, el efecto vacío que genera el huracán elevaría parte de esas partículas a la zona más alta de la atmósfera, donde otros vientos que circulan en esas capas superiores se encargarían de propagarla en todas las direcciones. El resultado sería una enorme nube radioactiva extendiéndose por las capas altas y bajas de la atmósfera.