Boris Johnson ha sido elegido líder del Partido Conservador británico y próximo primer ministro, según el resultado de la elección interna divulgado este martes.
Johnson, que partía como favorito para suceder a Theresa May, competía con el actual ministro de Exteriores, Jeremy Hunt, en un proceso electoral que había empezado el pasado junio tras el anuncio de dimisión de la «premier» por la crisis del brexit.
En un breve discurso ante el auditorio, más protocolario que de contenido, Johnson ha introducido sin embargo la idea que le ha llevado hasta la victoria y que entusiasma a los seguidores: El Partido Conservador, ha prometido, llevará a cabo el Brexit, y demostrará «su habilidad histórica para equilibrar dos instintos enfrentados: el deseo de mantener una relación cercana con la UE y el deseo de que este país se pueda autogobernar democráticamente».
Theresa May ha querido mantener el protocolo hasta el final, así que este miércoles acudirá al Parlamento para someterse a una última sesión de control. Será la más triste de su carrera política, pero probablemente la más fácil. Es previsible que los diputados tengan hacia ella la cortesía de la que apenas ha disfrutado en su particular potro de tortura: tres años inmersa en la pesadilla del Brexit, más preocupada en esquivar las balas euroescépticas que le enviaba su propia bancada que en responder a una oposición laborista tan desnortada como ella misma.
Una vez concluido el rito parlamentario, el coche oficial llevará, por última vez, a May hasta el número 10 de Downing Street, la residencia oficial y lugar de trabajo del primer ministro. Una vez pronunciado el discurso de despedida, dirigido a su equipo y al pueblo británico, se encaminará al palacio de Buckingham, donde comunicará a la reina Isabel II su renuncia. Y pasará el mal trago inevitable de recomendarle que proponga como primer ministro al político que más quebraderos de cabeza le proporcionó durante todo su mandato.cortesíaelpaís