En un mundo cada vez más alejado de la fe, el mito del demonio campa también por las redes sociales e internet, un fenómeno que decenas de curas y laicos han estudiado durante esta semana en Roma para compartir experiencias y hacer frente al supuesto influjo del Maligno.
«Creo que estos medios pueden suponer más presencia del Evangelio de Dios pero pueden también dar mayor cabida a Satanás. Depende de cómo lo usemos», sostiene sobre internet el teólogo español Pedro Barrajón, que ha asistido al XIV curso sobre exorcismo y plegarias de liberación en Roma.
Ante un reducido grupo de periodistas explicaba estos días que los nuevos canales de comunicación «pueden favorecer las prácticas satánicas, ritos ocultistas y portales dedicados a este ámbito que antes eran más difíciles de difundir».
Pero zanja el tema con un llamamiento a la mesura: «No hace falta satanizar a estos medios», insiste.
El curso lo ha organizado el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, una institución dirigida por los Legionarios de Cristo, y hasta este sábado se ha tratado el controvertido tema de las posesiones demoníacas con el testimonio de exorcistas de renombre y expertos.
Han sido 241 los alumnos matriculados llegados de 42 países: curas, monjas y laicos, entre ellos médicos, psiquiatras o docentes preocupados por el tema, todos a razón de 400 euros por cabeza, comida incluida.
Durante estos cinco días se ha estudiado la liturgia del exorcismo y de las oraciones de liberación, se ha hablado de ángeles y de demonios, de catecismo, de simbologías y rituales, pero también se ha incluido una ponencia titulada «Reconocer contenidos satánicos en los medios».
Precisamente el secretario del Grupo de Investigación e Información Socio-Religiosa (GRIS), Giuseppe Ferrari, uno de los organizadores, denunció la instalación de una escultura de Lucifer en un pueblo de Bolonia, aunque más bien parece una suerte de fauno.
En cualquier caso, todo parece indicar que el Maligno interesa, gracias en parte a su mitificación en el cine o la literatura: «Es un tema que llama siempre la atención aunque luego, teológicamente hablando, es mucho más rico el tema de Dios», concede el cura.
«En el fondo está el misterio de que el mal puede ser no solo un evento o un hecho sino que se puede personificar, que no solo es causado por los pecados del hombre», apunta el sacerdote español, quien alerta de un mundo más secularizado y «alejado de Dios».
El teólogo recalcaba en el seminario su respeto por quienes no creen en exorcismos y príncipes de las tinieblas, pero recomienda no frivolizar: «No creer podría significar que se ha caído un poco en la trampa del demonio», dice.
Tanto Barrajón como Ferrari han hecho hincapié en que la Iglesia no cuenta con documentación que cuantifique el dudoso fenómeno de la posesión, aunque aseguran que es del todo cierto.
El sacerdote relata cómo se puede reconocer un caso de este tipo, enumerando cuatro síntomas: la aversión a lo sacro, la capacidad de hablar y comprender lenguas arcaicas y desconocidas, demostrar una fuerza sobrenatural y conocer secretos.
Aunque, vaya por delante, advierte de que «la mayoría» de las personas que se ponen en manos de exorcistas en realidad «padecen problemas psicológicos» y por ello es preciso consultar primero a un médico psiquiatra.
Si los tormentos no cesan, indica con total naturalidad, es entonces cuando se opta por el exorcismo, todo «un combate» entre el religioso y el espíritu, que puede llegar a expulsar por la boca del poseído de forma «inexplicable» pedazos de metal pesado o cristales.
Este año además el curso ha concluido con una mesa redonda ecuménica en torno a la cual se sentarán representantes de diversas iglesias cristianas, como un ortodoxo, un católico, un anglicano, un pentecostal y el obispo luterano argentino Manuel Acuña.
Y es que, al contrario de lo que se piensa, no solo los católicos llevan a cabo estas prácticas, sino que también las otras ramas del cristianismo las ponen en marcha, así como musulmanes o hebreos.
El padre Barrajón no esconde que el demonio también se ha colado entre los muros de la Iglesia, como reconoció el mismo papa a raíz de los escándalos de pederastia, y recurre a santo Tomás de Aquino para resumir que «el diablo se encuentra en toda acción pecaminosa del hombre».