–Tengo tantos problemas, ¿cómo salir de ellos?
Dios no nos prometió eliminar nuestros problemas, pero él es el “Dios de paz” y el “Padre de misericordias”. Esos no son solo títulos, sino caracteres reales del que cada día trae la paz a sus hijos. Jesús dio un hermoso ejemplo de esa paz y misericordia cuando calmó la tempestad que tenía aterrorizados a sus discípulos en la barca. Y enseguida les preguntó: “¿Dónde está vuestra fe?” (Lucas 8:25). Es por la fe que obtenemos la paz de cada día.
–Sé que hay muchas cosas malas en mi vida, ¿cómo renunciar a ellas?
La Palabra de Dios nos hace tomar conciencia del mal que hacemos, y estamos confusos. El Señor Jesús “murió por nuestros pecados”, y lo necesitamos a él para dejar de hacer el mal. La misma Biblia nos enseña que “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él… a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6). Leámosla y escuchémosla pacientemente.
–Hay tantas tentaciones, ¿cómo no ceder ante ellas?
No tenemos fuerza para resistir, pero no estamos solos: el Señor vela sobre los suyos. La obediencia a la Palabra es una guía segura, y el Espíritu que permanece en nosotros es el poder que libera. No pongamos trabas a su acción. Orando al Señor y pidiendo su socorro seremos librados del mal.
“Casa de Aarón, confiad en el Señor; él es vuestra ayuda y vuestro escudo” (Salmo 115:10). “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Salmo 50:15).