En la Biblia, estar “muerto”, en sentido espiritual, es estar sin relación con Dios. El padre del hijo pródigo lo vio venir y exclamó: “Este mi hijo muerto era, y ha revivido” (Lucas 15:24). El apóstol Pablo confirma que estábamos “muertos en pecados” (Efesios 2:5). Jesús también dice: “Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán” (Juan 5:25). Si creo la Palabra de Dios, en mi ser interior se opera un cambio profundo, cambio que me hace pasar de la muerte espiritual a la vida de Dios. Es un nuevo nacimiento (Juan 3:7).
La Biblia también nos habla de otro paso de la muerte a la vida, en este caso física: la resurrección de los cuerpos. Como lo evoca el versículo del día, todas las personas que hayan muerto resucitarán, pero no al mismo tiempo:
– primero tendrá lugar la resurrección de los creyentes, una resurrección de vida; recibirán un cuerpo glorioso conforme a la imagen de Jesucristo (Filipenses 3:21).
– luego tendrá lugar la resurrección “de condenación” para los que hayan rechazado el mensaje de la salvación. El juez estará sentado en un gran trono blanco, y los que comparezcan ante él serán juzgados según sus obras (Apocalipsis 20:11-12). ¡Será un momento terrible para los que durante su vida hayan despreciado la salvación que Dios ofrece gratuitamente a todo el que se arrepiente!
¿Pasó usted de la muerte a la vida por la fe en Jesucristo? “El que cree en el Hijo (de Dios) tiene vida eterna” (Juan 3:36).