Antiguamente se decía que el hombre tiene siete compañeros: el hambre, la sed, el calor, el frío, el cansancio, la enfermedad y la muerte. Actualmente, una pequeña parte de la humanidad está afortunadamente libre de los cuatro primeros malos compañeros. Sin embargo, el cansancio y la enfermedad siguen existiendo, a pesar de los esfuerzos de la Medicina. En cuanto a la muerte, la Biblia la llama “el postrer enemigo” (1 Corintios 15:26) y el “rey de los espantos” (Job 18:14).
¡Nadie puede escapar de ella, y puede alcanzarnos en cualquier momento! Ante esta realidad, podemos adoptar dos actitudes:
1. “Comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1 Corintios 15:32). En vez de enfrentarnos a la realidad de la muerte, preferimos cerrar los ojos y no pensar en ella.
2. Aceptar esta realidad y hacerse las preguntas adecuadas sobre el más allá y el sentido de la vida. Escuchando lo que Dios nos dice en la Biblia, encontramos respuestas seguras:
–¿Qué sentido quiere dar Dios a mi vida? “Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Lo que Dios quiere es que tengamos una relación con él.
–¿Qué hay después de la muerte? “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Pero “el que en él cree (Jesucristo), no es condenado” (Juan 3:18).
El Señor Jesús nos lo confirma: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió (Dios), tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).