Desde hace algunos años, la fiesta de Halloween (Noche de brujas), con su procesión de calabazas y sus niños disfrazados de esqueletos y fantasmas, halla un éxito popular. Muchos solo ven en esta fiesta una distracción inofensiva, una diversión infantil.
Sin embargo, lo que debe alertar a los creyentes es la banalización de la muerte a través de esas manifestaciones. ¡Incluso se llega a jugar con el tema de la muerte! En nuestra época asistimos, a la vez, al abandono del respeto a Dios y a la negación del miedo a la muerte. De este modo el poder del mal aparece como bueno, incluso bajo sus peores aspectos, y fácilmente nos acostumbramos cuando nos involucramos en ese tema desde temprana edad.
¡Huyamos de ese tipo de fiestas! ¡Advirtamos a nuestros hijos sobre el veneno anestésico que ellas representan para nuestro espíritu y nuestro corazón! ¡Aunque se diga que son cosas inofensivas y simpáticas, tocamos el ámbito de las tinieblas donde Satanás reina! La Biblia nunca presenta a Satanás como alguien inofensivo, sino como un personaje poderoso y peligroso. Emplea muchos métodos de seducción, incluida la brujería, la magia, la astrología, el espiritismo… Aunque Satanás haya sido vencido por la muerte y la resurrección de Jesucristo, sigue activo haciendo el mal, hasta que sea lanzado al “lago de fuego y azufre” (Apocalipsis 20:10). Emplea sus temibles poderes para seducir, extraviar y arrastrar tras él a los hombres. ¡No caigamos en sus trampas!