The New York Times, citando a funcionarios estadounidenses anónimos y a un excomandante militar venezolano que participó en las conversaciones secretas, dijo que los planes del golpe se estancaron.
Citó que la Casa Blanca se negó a proporcionar respuestas detalladas cuando se le preguntó sobre las conversaciones, pero enfatizó en la necesidad de «dialogar con todos los venezolanos que demuestren un deseo de democracia».
Después de que drones cargados de explosivos estallaron cerca de Maduro en un acto el 4 de agosto en Caracas, el mandatario culpó de ello a Estados Unidos, Colombia y a sus enemigos domésticos.
El Departamento de Estado condenó la «violencia política», pero también denunció detenciones arbitrarias y confesiones forzadas de sospechosos por parte del gobierno de Venezuela.
El consejero de seguridad nacional de Estados Unidos, John Bolton, insistió en que «no hubo participación del gobierno de los Estados Unidos» en el incidente del 4 de agosto.
En agosto de 2017, los medios informaron que Trump preguntó a sus principales asesores sobre el potencial de una eventual invasión estadounidense a Venezuela. En la misma época, dijo públicamente que no descartaría una «opción militar» para terminar con el caos en el país sudamericano.
El colapso de la economía de Venezuela bajo el gobierno de Maduro ha llevado a una grave escasez de alimentos y medicinas.
Maduro ha hecho responsable a Estados Unidos por muchos de sus problemas. La teoría de que la administración de Trump incluso haya considerado respaldar un intento de golpe de Estado seguramente alimentará esos cargos, sobre todo, dada la larga historia de intervenciones secretas de Estados Unidos en América Latina.
Mari Carmen Aponte, una de las principales diplomáticas de Estados Unidos para asuntos latinoamericanos en la administración del presidente Barack Obama, dijo al New York Times que «esto va a aterrizar como una bomba» en la región.
F:https://www.prensalibre.com