Desde hace algunos años el mundo se debate en una crisis económica sin precedentes. Sin embargo, en los países ricos sobre todo, el mercado del bienestar físico va de maravilla. Tanto a hombres como a mujeres les gusta cuidar su cuerpo, y los profesionales del sector no se equivocan multiplicando las ofertas. El footing, por ejemplo, experimentó una verdadera revolución comercial: zapatos adaptados a la morfología del pie, podómetro, entrenador deportivo virtual… ¡Todo está calculado para que los que corren estén cada vez mejor equipados! Los publicistas lo comprendieron muy bien, ¡el bienestar no tiene precio!
Como siempre, la Biblia pone las cosas en su lugar. El ejercicio físico es útil: favorece la salud y permite relajarse, pero ahí se queda.
La piedad, es decir, la relación estrecha y personal que podemos tener con Dios, es algo que transforma totalmente nuestras vidas, desde ahora en la tierra y por la eternidad. Es útil para todo lo básico en la existencia: el sentido de nuestra vida, nuestra paz interior, nuestras relaciones humanas, la felicidad de saber que somos amados, nuestra seguridad con respecto al futuro, nuestra confianza en Dios, incluso en medio de la prueba o la pobreza…
Entonces, en una época en la que las perspectivas a menudo son muy sombrías e inquietantes, ¿a qué daremos la prioridad? ¿A lo que es útil, por supuesto, pero que sirve “para poco”, o a lo que “para todo aprovecha”, tanto en la vida presente como en la venidera?