En la Biblia, los niños sirven como referencia en tres campos fundamentales:
– La conversión: solo podemos entrar en el reino de Dios si renunciamos a nuestras pretensiones. Esta fue la respuesta dada por Jesús a sus discípulos. Nicodemo, especialista en la religión hebraica, debía aprender que su saber, incluso en este campo, no podía ayudarle a comprender el mensaje de Cristo. “Es necesario nacer de nuevo”, volverse espiritualmente como un niño, recibir la vida eterna como un regalo de Dios.
– El crecimiento espiritual:como el recién nacido necesita leche para crecer, así el creyente necesita alimentarse con la Palabra de Dios (1 Pedro 2:2). La fe se fortalece mediante su lectura (Romanos 10:17). A través de ella el creyente puede tomar buenas decisiones (Salmo 119:105). Y por medio de ella también encuentra el verdadero gozo (Salmo 119:162).
– La alabanza: cuando Jesús entró en el templo de Jerusalén, los jefes religiosos se indignaron al oír las exclamaciones de alabanza de los niños que cumplían sin saberlo la profecía del Salmo 8:2, V. M.: “De la boca de los pequeñitos, y de los que maman, has ordenado la alabanza”. Los que tenían la autoridad oficial no discernían quién era Jesús y el honor que le era debido, pero Dios quería que tuviese un testimonio, y para ello empleó un medio inesperado: los niños.
Nacer de nuevo y crecer en la fe conducen naturalmente a la alabanza que Dios espera de cada uno de sus hijos (Juan 4:23).