Una persona que se dedicaba a cuidar a los soldados heridos entró en una carpa donde estaban varios en estado grave. Acercándose a uno de ellos, le dijo: «¿Qué puedo hacer por usted?». La angustia se leía en aquel rostro: «¿Puede borrar mi pasado?». Con una voz ronca le contó en pocas palabras su historia, sus horribles recuerdos que no podía olvidar.
¿Cómo podemos borrar completamente lo que hicimos? ¿Quién puede borrar las manchas indelebles de nuestro pasado? ¡No podemos cometer faltas impunemente! Tarde o temprano tendremos que rendir cuentas a Dios (Romanos 14:10). Muchas personas viven en la indiferencia e incredulidad, haciendo callar su conciencia hasta el día en que, a las puertas de la eternidad, surja ante ellos ese pasado que los abruma, esos pecados que no pueden borrar.
Pero hay alguien que puede hacerlo: ¡Jesús, a quien quizás olvidamos, o despreciamos! Él fue crucificado para llevar el castigo que nosotros merecíamos. Solo él puede cubrir, a los ojos de Dios, esos pecados que nos condenan. ¿Qué hay que hacer para obtener esta gracia? Creer en el Señor Jesús y confesarle nuestras faltas. Gracias al sacrificio de su Hijo en la cruz, Dios puede perdonar completamente nuestros pecados.
“Nuestro Señor… fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25).
Dios podrá decirnos: “Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados” (Isaías 44:22).