Lo que aprendemos en el hospital
«Cuando estamos acostados boca arriba, los ojos miran hacia arriba», explicaba un cristiano enfermo a un amigo que lo visitaba. «¿Sabe por qué el Señor me acostó en esta cama de hospital? Para obligarme a mirar hacia él. ¿Y esta perfusión, que me une a un sistema de botellas? Es mi cadena, ella me recuerda que debo depender de mi Señor. Yo había hecho mi programa; mi agenda estaba llena de citas, pero tuve que anularlas y hacerme la pregunta: ¿Había pedido la opinión del Señor antes de hacer mis proyectos?
Yo que soy una persona activa, que siempre tengo prisa, ¡estoy como atrapado! Mire esta habitación. Descubrí que no es una cárcel, sino más bien un lugar de encuentros: encuentro con ese enfermo que ayer me vio leer mi Biblia y me hizo preguntas; con el personal, desde el médico hasta el vigilante… ¡Es todo un mundo que ignoraba, y cuya dedicación, amabilidad y obligaciones estoy descubriendo, así como el consuelo que me traen todos los que vienen a visitarme! También deseo que cada uno de los que vienen pueda llevar algo, es decir, la imagen de alguien que pudo beneficiarse un poco de las lecciones del Señor: paciencia, olvido de sí mismo, confianza en Dios… En otras palabras, esta habitación es un lugar de encuentro con el Maestro mismo. Nunca tuve tanto tiempo para leer la Biblia, orar y meditar. ¡Gracias, Señor, por esta experiencia!».