En la secuela de la película «Wall Street» que se estrenó en 2010, el personaje del inescrupuloso financista Gordon Gekko -famosamente interpretado por Michael Douglas- advierte sobre los peligros de la especulación financiera, usando como ejemplo «la peor burbuja de todos los tiempos».
«En los años 1600 los holandeses tuvieron fiebre especulativa hasta el punto de que se podía comprar una hermosa casa en el canal de Ámsterdam por el precio de un bulbo», afirma Gekko, apuntando a unos tulipanes.
«Lo llamaron tulipomanía. Luego colapsó», agrega. «La gente fue aniquilada».
El personaje se estaba refiriendo a lo que también se conoció como la «crisis de los tulipanes«, un fenómeno que se produjo en los Países Bajos en la primera mitad del siglo XVII.
Es ampliamente considerada la primera gran burbuja especulativa de todos los tiempos y hoy son varios los expertos que remiten a ese ejemplo para advertir sobre los peligros del bitcoin, la criptomoneda que más ha crecido en todo el mundo.
En noviembre pasado esta moneda virtual alcanzó valores récord, llegando a aumentar su precio en más de 1.200%.
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Desde entonces, su valor ha fluctuado. Pero los más escépticos creen que ese repentino aumento de precio en un producto que no tiene valor intrínseco tiene todas las características de una tulipomanía.
¿Mito o realidad?
Aunque muchos usen ese ejemplo histórico lo cierto es que no hay un consenso sobre lo que realmente ocurrió durante la crisis de los tulipanes.
Algunas de las anécdotas más llamativas de la época señalan lo que dijo Gekko: que en las décadas de 1620 y 1630 los bulbos de esta flor llegaron a costar lo mismo que una casa.
En su libro de 1999 «Tulipomanía: La historia de la flor más codiciada del mundo y las pasiones extraordinarias que despertó», el historiador Mike Dash confirma este hecho.
Dash detalla que para 1637 un solo bulbo de una variedad llamada Semper Augustus llegó a costar 10.000 florines.
«Eso era suficiente para alimentar, vestir y alojar a toda una familia holandesa por media vida o para comprar una de las mejores casas en el canal más de moda de Ámsterdam», señala el autor.
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En cambio, otra de las anécdotas más coloridas de la crisis -que muchos quedaron en bancarrota y se lanzaron a los canales en desesperación cuando la burbuja de los tulipanes explotó- no parece tener tanto asidero.
Incluso hay quienes disputan el hecho de que se trató de una crisis generada por la especulación financiera.
De moda
El programa sobre economía «More or Less» de la BBC Radio 4, analizó la tulipomanía y llegó a la conclusión de que en realidad «hemos malinterpretado el comercio de los tulipanes».
Según los periodistas Lizzy McNeill y Sachin Croker las investigaciones más recientes sugieren que «no fue una fiebre especulativa sino factores culturales los que hicieron que la gente valorara estas flores».
El programa entrevistó a la profesora de historia europea temprana Anne Goldgar, del King’s College de Londres, quien explicó por qué se pusieron de moda algunos tipos de tulipanes.
«Después de cultivar un tulipán blanco durante nueve años, más o menos, de repente se verá rayado o moteado», explicó Goldgar. «Esto se debe a una enfermedad, pero la gente no sabía eso en ese momento».
«Realmente no sabías lo que iba a pasar con tus tulipanes y la gente amaba el hecho de que constantemente cambiaban».
En el siglo XVII los tulipanes -originalmente cultivados en el Imperio Otomano- eran algo nuevo en los Países Bajos y sus colores cambiantes los convirtieron en un producto codiciado por quienes valoraban lo estético y la moda.
Por otra parte, en un artículo escrito para la BBC, el crítico de arte del diario británico Daily Telegraph Alastair Sooke remarcó que «el creciente interés por los tulipanes coincidió con un período especialmente próspero en la historia de los Países Bajos».
«En el siglo XVII (Holanda) dominaba el comercio mundial y se convirtió en el país más rico de Europa».
«Como resultado, no solo los ciudadanos aristocráticos, sino también los adinerados comerciantes e incluso los artesanos y comerciantes de la clase media de repente descubrieron que tenían dinero extra para gastar en lujos como flores caras».
Estatus
Goldgar mantiene que fue un interés cultural y una cuestión de status social -y no una especulación económica- lo que llevó a algunos a gastar fortunas en tulipanes.
Pero relativiza aquello de los precios alocados que se pagaron durante la tulipomanía.
«Solo encontré 37 personas que gastaron más de 400 florines en flores en esa época», contó, poniendo en contexto los 10.000 florines que llegaron a costar los tulipanes, según recogió Dash.
Además, la experta explicó que quienes pagaron las sumas más grandes eran coleccionistas de arte con mucho dinero para gastar.
«Las personas que compraban pinturas tendían a ser las mismas que compraban tulipanes».
Eso explica por qué uno de los principales mitos sobre esta burbuja financiera no es verdad: según Goldgar, nadie se arrojó a un canal por las pérdidas sufridascuando se desplomó el precio de los tulipanes.
«De hecho, no pude encontrar a nadie que estuviera en bancarrota debido a la tulipomanía», señaló.
¿Qué pasó?
Lo que sí es cierto es que después de alcanzar niveles récord en 1636, el valor de los tulipanes cayó estrepitosamente en febrero de 1637.
Las causas, según esta profesora, fueron los temores de una sobredemanda y lo insostenible de un mercado que había empezado como un hobby entre unos pocos amantes de la horticultura.
No obstante, Goldgar asegura que la explosión de la burbuja no afectó la economía de los Países Bajos, como sostienen otros expertos.
¿Por qué entonces se hizo tan famosa la supuesta fiebre especulativa del tulipán?
El responsable -o uno de ellos- parece haber sido un historiador escocés del siglo XIX llamado Charles Mackay, a quien le encantaban las historias sensacionalistas.
Fue él quien popularizó el relato sobre la tulipomanía.
A Mackay no se lo tomó muy en serio como historiador. Sin embargo, sus coloridas crónicas han perdurado.
Irónicamente, el propio Mackay se vio envuelto en una verdadera manía especulativa: la burbuja ferroviaria británica de la década de 1840, que algunos estudiosos consideran la mayor burbuja tecnológica de la historia y uno de los mayores fracasos financieros.
Sin dudas, la historia de Mackay es una lección para todos: es muy fácil burlarse de las burbujas especulativas del pasado e incluso mofarse de la estupidez de quienes quedaron atrapados en ellas.
Cortesía: bbc.com