La reconciliación y el perdón
«Un día me volví cristiano, pero un peso cargaba mi corazón. Comprendí que Dios me decía: Ve a reconciliarte con tu suegro. Nuestra relación era mala desde hacía tiempo. A pesar de mi temor, decidí ir a verlo. Me recibió con frialdad, pero yo di largas explicaciones y al final le dije: Todo eso pasó, ahora conozco a Jesús como mi Señor. Él me perdonó. Perdóname tú también; te lo suplico… Al cabo de un momento nos dimos un abrazo.
Desde ese día nos hemos abierto sinceramente el uno al otro, y el amor triunfó sobre el odio».
“Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:13).
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
“Todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:18-20).