Los centros educativos del país se han convertido en caldo de cultivo para maras y pandillas en el territorio nacional.
La poca seguridad dentro y fuera de las instalaciones deja a los menores en vulnerabilidad ante los constantes acosos de los miembros de asociaciones ilícitas que permanentemente acechan en busca de nuevos reclutas que sirvan a sus propósitos.
Bajo amenazas e intimidaciones, los alumnos son algunos obligados y otros convencidos a ser parte de la red de narco menudeo dentro de las instalaciones estudiantiles, al mismo tiempo se hace la misma labor de persuasión con maestros y autoridades de los centros.
Los jóvenes sumados a la red reciben un trato especial por autoridades del centro al punto que sin presentarse o someterse a exámenes aparecen en los reportes con notas aprobadas.
Los expertos en seguridad urgen de la policía escolar nacional, así como operativos sorpresa más otros elementos como la instalación de cámaras, detectores de metal más inspecciones exhaustivas.
Otras de las medidas es una legislación adecuada, la educación en el hogar y elementos adicionales que limiten el accionar el crimen organizado, de maras y pandillas.ER