Si había algo que a Sheron Sukhedo le volvía loco eran los autos, el dinero y mostrar en redes sociales el alto nivel de vida que poseía. Por eso, su despedida de este mundo con 33 años de edad también fue por todo lo alto.
Antes de ser tiroteado por unos sujetos no identificados en la puerta de la casa de sus suegros, Sukhedo fue un magnate inmobiliario de Trinidad y Tobago que también se dedicó a la compraventa de vehículos. Se hacía llamar el “jefe del mundo”, amasó una fortuna de decenas de millones de dólares e hizo gala de cada céntimo que ganó… y gastó.
Sus cuentas de Facebook e Instagram están repletas de las pruebas de sus lujos: desde coches de gama alta, a aviones privados, fajos de billetes y todo tipo de excentricidades que compartió con su esposa y sus dos hijos.
Las últimas imágenes del magnate fueron un calco de su personalidad en vida. Antes de ser incinerado, su cuerpo fue expuesto durante el funeral en un ataúd de oro que tenía un valor de 50,000 dólares. Vestido de blanco y bañado en champán Moet, Sukhedo apareció con pesadas joyas que entre collares, anillos y pulseras de oro contaban con un valor de más de 100,000 dólares. Tras el funeral, el ataúd fue trasladado en un auto Bentley de 150,000 dólares que fue escoltado por familiares y amigos en una procesión de coches de lujo. Todas las joyas fueron retiradas antes de la incineración.
Sukhedo fue asesinado a finales de marzo frente a sus suegros por los ocupantes de un vehículo que huyó sin dejar rastro. Según publicó Daily Express de Trinidad, primero recibió una llamada que atendió mientras se dirigía a la parte delantera de la vivienda. Se encontraba cerca de la carretera cuando fue tiroteado.
Según la prensa de la isla, la policía está encontrando muy difícil el localizar a los autores del asesinato ya que Sukhedo tenía muchos enemigos a pesar de ser tratado como unas celebridad. Las pesquisas apuntan a miembros de la banda criminal Rasta City, a pesar de que contaba con la protección de la banda rival. Su gran fortuna también puso en el centro de las sospechas a su propia familia. Sukhedo también contaba con escoltas de la policía a los que pagaba para su protección. No en vano, las amenazas de muerte y los intentos de asesinato como el que vivió hace dos años, le hicieron tomar medidas que finalmente no surtieron efecto.
Cortesía: yahoo.com
