La vida interior
En nuestra época agitada, en la que es necesario ocuparse de múltiples actividades, a veces el cristiano más valiente pasa por momentos en los que se siente agobiado. ¡Es demasiado! Entonces examina con ansiedad qué podría eliminar, trata de organizarse mejor… ¡Todavía sigue siendo demasiado! Está demasiado ocupado… ¡Todo parece imprescindible!
Cuando siente que ya no logra sobrellevar la situación, que se convierte en una máquina en vez de actuar con la fuerza de la vida cristiana, ¿qué puede hacer? Primero debe tomar conciencia de que antes de actuar, hay que ser.La condición primera para actuar es cuidar, con la ayuda de Dios, la vida interior, que debe ser vigorosa y profunda. Solo ella puede producir obras cristianas que Dios aprueba. Esta es una verdad fundamental, pero muy olvidada, pues a menudo nos agotamos, en todo tipo de ámbitos, en esfuerzos inútiles y que nos desaniman. Y si se trata de nuestro trabajo cotidiano, esta vida de comunión con el Señor nos ayudará también a organizarnos mejor para soportar una cantidad demasiado grande de trabajo.
¿En dónde se renueva esta vida interior? En la meditación, la oración, la paciente lectura de la Biblia, en escuchar la voz del Señor y en buscar su comunión íntima. ¡El tiempo que pasamos con él no es, en absoluto, un tiempo perdido! Todo lo contrario, es ahí cuando recibimos la energía espiritual necesaria para servirle.