Cada cierto tiempo, un iluminado mira al cielo y descubre indicios de que el mundo se va a terminar en una fecha concreta. Pasada esa fecha, por supuesto, el mundo sigue su curso. Estos son algunos de los fenómenos astronómicos que más delirios apocalípticos han suscitado.
La noche de este domingo 27 de septiembre tenemos un triple combo para los fanáticos de las profecías apocalípticas. Habrá eclipse lunar total, lo que se conoce como luna de sangre porque nuestro satélite se tiñe de un tono rojizo. Además, es el último de una tétrada o serie de cuatro eclipses lunares totales, y encima es la última superluna del año (la luna está llena y más cerca de la Tierra, por lo que se ve un 14% más grande).
Semejante carambola no ha pasado desapercibida a pastores como los estadounidenses John Hagee y Mark Biltz, que aseguran que este domingo tendrá lugar algún tipo de cataclismo no especificado. La culpa la tiene un pasaje de la Biblia (Revelaciones 6:12) en el que mencionan que, cuando se rompa el sexto sello del apocalipsis, la luna se teñirá de sangre. Tanto Hagee como Biltz olvidan que la luna lleva poniendose rojiza miles de años y que las cosas en la Biblia se tiñen de sangre muy a menudo también, y si no que se lo pregunten al Nilo.
Actualización (5 de octubre): Según el líder de la congregación religiosa eBible Fellowship, el reverendo Chris McCann, los cálculos respecto al 27 de septiembre estaban equivocados. El fin del mundo es, en realidad, mañana 6 de octubre.
Actualización (7 de octubre): ¡Oh, vaya! Seguimos vivos y el mundo no se ha acabado. Han vuelto a fallar los cálculos por enésima vez. ¿Se cansarán algún día de hacer el ridículo?
El calendario Maya
¿Os acordáis de cuando el mundo se iba a acabar el 21 de diciembre de 2012? Hicieron hasta una película terrible con John Cusack desperdiciando el crédito que ganó con Alta Fidelidad. La culpa del pánico la tuvo una interpretación del calendario Maya que circuló tanto que hasta la NASA tuvo que entrar a explicar la cuestión en un post memorablemente titulado: Por qué el mundo no se ha acabado.
En 2003, una serie de profetas del apocalipsis aseguraron que la Tierra sería destruida por el choque con Nibiru, un planeta invisible descubierto por los Babilonios. Ese año no paso nada, así que los conspiranoicos de turno trasladaron sus “cálculos” al 21 de diciembre de 2012, que es el día en que termina uno de los ciclos de 5.126 años del Calendario Maya (y empieza otro, claro. Los mayas no profetizaron ningún fin del mundo para esa fecha).
Ese día tampoco pasó nada. Los astrónomos llevan años descartando la existencia de ningún planeta invisible, pero ¡claro! ¡Estúpidos científicos! ¿Cómo van a verlo si es invisible? (¡Duh!). Esperamos con ansiedad a que la comunidad de expertos en amenazas babilonicas invisibles elija nueva fecha.
El Cometa Halley
El núcleo del Cometa Halley, captado por la sonda Giotto de la NASA en 1986.
Los eventos astronómicos que tienen lugar cada mucho tiempo son terreno abonado para las teorías apocalípticas, y el cometa Halley pasa cada aproximadamente 76 años. En 1910, la desafortunada observación de dos astrónomos que aseguraban que la cola del cometa estaba compuesta por gases de cianuro hizo cundir la alarma entre la población. Se creía que el paso del cometa inundaría la atmósfera terrestre con gas venenoso. Los fabricantes de “antídotos” y máscaras antigas hicieron su agosto.
En 1986, se repitieron profecías de los más variopinto, algunas de ellas relacionadas con una frase de Nostradamus que menciona luces brillantes en el cielo y que lleva dando guerra desde hace años. La próxima tanda de paranoia por cometa Halley llega en 2061.
El retorno de la estrella de Belén
El pasado día 30 de junio tuvo lugar una conjunción cósmica muy rara. Venus y Júpiter se alinearon con Regulus, la estrella más brillante de la constelación de Leo. Desde el punto de vista astronómico, el evento se tradujo en un punto particularmente brillante que duró seis días en el cielo. Sin embargo, la propia NASA conjeturó que la conjunción, que tuvo lugar por última vez hace unos 2.000 años, podría ser la famosa estrella de Belén que guió a los Reyes Magos hasta el niño Jesús.
No hay evidencias de que la estrella de Belén fuera en realidad esta conjunción, pero muchos en Internet no tardaron en asociar el evento con la llegada de un nuevo mesías, o peor, con la llegada del anticristo. Por asociar que no quede.
El efecto Júpiter
En 1982, dos astrofísicos llamados John Gribben y Stephen Plagemann conjeturaron que la alineación planetaria de todos los planetas del Sistema Solar generaría fuerzas gravitatorias que tendrían efectos catastróficos sobre las placas tectónicas terrestres. El alineamiento en cuestión tenía lugar precisamente en 1982, y ambos científicos vendieron un montón de copias de su libro, titulado precisamente “El efecto Júpiter” (The Jupiter Effect).
El alineamiento pasó sin que la Tierra notara nada en absoluto y la comunidad científica vapuleó a ambos astrofísicos, cuya reputación quedó bastante dañada. De poco sirvió que trataran de alegar que su Efecto Júpiter era un ejercicio de especulación astrofísica.
La caída de la MIR
Aparte de ese error informático que traía de cabeza a los técnicos de todo el planeta, el año 2000 también tuvo su ración de profecías astronómicas. El culpable, de nuevo, fue Nostradamus. Al afamado modisto Paco Rabanne le dio por leer a Nostradamus y vaticinó que la estación espacial MIR caería sobre París el 11 de agosto del año 2000, lo que sería el comienzo de una larga serie de desastres. La vieja estación rusa entró en la atmósfera sobre las islas Fiyi y se desintegró sin causar daños sobre el pacífico. Corría el 23 de marzo de 2001. Lo sentimos Paco, las artes adivinatorias no son lo tuyo.
El fiasco del Cometa Kahoutek
El Kahoutek tuvo, cómo no, alguna que otra profecía apocalíptica detrás, pero está en esta lista porque es la demostración palpable de que ni siquiera los astrónomos deben meterse a intentar adivinar cosas futuras so pena de hacer el ridículo.
El Kahoutek supuso una dolorosa lección para la NASA, que quedó en entredicho después de vaticinar que este cometa de periodo largo (regresa cada 10.000 años aproximadamente) sería tan luminoso como Venus en el cielo nocturno.
Los medios de comunicación de la época, con la revista Time al frente, no tardaron en sumarse al Hype y el Kahoutek se convirtió en el Cometa del Siglo. Las exageraciones sobre su luminosidad llegaron hasta el punto de que muchos creían que sería visible a plena luz del día. El día 25 de diciembre, fecha del perihelio del cometa, algunas personas llegaron a no salir a la calle por miedo a que la luz del Cometa les quemara la piel.
¿Y al final? El Kahoutek brilló tan poco que la NASA trató de aplacar el enfado general con alguna imagen ampliada mediante todos los medios a su alcance, pero no sirvió de mucho. Como espectáculo, el Kahoutek fue una decepción mayúscula ¿La lección? El brillo de los cometas recien registrados no se puede anticipar. El fin del mundo probablemente tampoco.
Fuente: es.gizmodo.com