El Palacete del Belvedere, construido en 1484 y actualmente hogar de valiosas obras de arte de los Museos Vaticanos, está siendo repintado con leche.
Es una fórmula antigua que ha demostrado ser más duradera que cualquier pintura sintética moderna: «No tenemos nostalgia por el pasado», dijo el arquitecto jefe del Vaticano, Vitale Zanchettin. «El punto es que creemos que estas soluciones envejecen mejor. Son de eficacia comprobada».
En línea con el énfasis del papa Francisco en la ecología, la leche proviene de las vacas del papa, criadas en la residencia papal veraniega de Castel Gandolfo, a las afueras de Roma.
Se mezcla con cal apagada y pigmentos naturales, en este caso, el color crema original utilizado en el siglo XVI y es aplicada a mano en las paredes con una técnica centenaria.
Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos, dice que la encíclica del papa Francisco sobre el medioambiente es su guía para el trabajo de restauración: «Realmente tratamos de aplicar estos métodos no invasivos», explica, «no invasivos para el medio ambiente y para las personas».
ACEITES ESENCIALES
El Vaticano ha sido pionero en la investigación sobre el uso de aceites esenciales para limpiar y proteger las 570 estatuas y otras obras de arte en mármol de sus jardines.
La belleza de las 22 hectáreas de los jardines del Vaticano oculta el riesgo que revisten sus plantas, árboles y suelo para las esculturas antiguas que descansan entre ellos. Los hongos y las bacterias de las plantas y el terreno erosionan lentamente las obras de mármol, que ya están expuestas a elementos naturales potencialmente dañinos.
Para encontrar una solución ecológica al problema, el Vaticano emprendió varios años de investigación, que compartieron durante una conferencia internacional en octubre de 2017.
Los resultados mostraron que las esencias de orégano y tomillo eran efectivas para prevenir el biodeterioro del mármol sin dañar el arte o la salud de quienes trabajan con él. Los aceites provienen de cultivos orgánicos certificados en Sicilia.
GENTE, NO MÁQUINAS
Trabajar con productos ecológicos es tan importante para la salud de los empleados como para el arte. En los Museos Vaticanos una cuadrilla permanente de 100 personas limpia y restaura arte y edificios antiguos para los 6 millones de turistas que los visitan cada año.
El costo de la mano de obra humana es caro, pero el Vaticano prefiere emplear personas en lugar de máquinas, según Zanchettin.
Restaurar obras de arte y arquitectura requiere una habilidad técnica detallada y años de experiencia que hasta ahora no pueden ser replicados por una computadora: «Es un trabajo muy manual, destinado a emplear personas en lugar de máquinas», dijo Zanchettin. «Mejor pagarles a ellas que a las máquinas», agregó.
En un mundo donde la computadora puede hacer casi cualquier cosa, en el Vaticano, las manos de los artesanos y la generosidad de la madre naturaleza aún cuentan.
Cortesía: Expansión.mx